En el mundo urbano de este periodo, breve en el tiempo pero objeto de una profunda transformación, se produce una alta diversificación en los comercios y tiendas que ocupan el Casco Viejo y que irán ampliándose a lo largo del tiempo hacia el nuevo Ensanche de Bilbao.
Los establecimientos tradicionales y artesanos irán introduciendo nuevos artículos de fabricación industrial y la oferta irá incrementándose intensamente. Todos los productos y servicios a la venta van encaminados hacia la implantación de un nuevo modelo moderno que cambiará con el tiempo no sólo la fisonomía de las personas sino también la fisonomía de sus casas.
La introducción de la modernidad en las casas irá imponiéndose. Podrán adquirirse artículos nuevos en cualquier establecimiento, aunque a los de calidad sólo tendrán acceso las clases pudientes. El papel pintado, las cortinas de telas finas, las lámparas, las alfombras, los objetos decorativos… todos ellos serán en este periodo un signo de distinción, influencia clara de los nuevos usos y modas llegados desde Europa y, de hecho, muchos se traerán desde allí.
Las numerosas corrientes artísticas y decorativas europeas que están floreciendo y que representan el Art-nouveau, inspirarán también a la industria y a los artesanos de la época que reproducirán los muebles, los utensilios, los textiles… bajo los nuevos patrones estéticos. Los detalles de ornamentación en todo tipo de materiales requerirán de un alto nivel de especialización y de una labor minuciosa por parte de los artesanos. La especialización gremial, además de influir en la industria, dio lugar a otros oficios artesanos. Costureras, zapateros, carpinteros, metalistas, joyeros… darán vida a multitud de objetos en cuya producción las normas estéticas primarán sobre su funcionalidad y las horas de trabajo resultarán interminables.
