Transportaba a muchos arratianos a las fábricas, a su lugar de trabajo, pero también acercaba a los bilbaínos al valle de Arratia, bien a tomar aguas a los banearios de Artea y Areatza, bien a los aficionados al montañismo al Gorbea. Las mujeres de Arratia lo utilizaban para llevar la «vendeja» al mercado de Bilbao.